Hay personas que tienen el don de hacer fácil la adversidad y de la superación no una meta, sino una realidad. David Moya Viudez puede que sea una de ellas. Es una de ellas… Basta con empezar a escucharle hablar y uno ya intuye que la suya es una de esas vidas que da lecciones aún sin quererlo. 

David nació en Villanueva del Arzobispo hace 28 años. Esa es la edad que recoge su carné de identidad, aunque no sería desventurado afirmar que su vida comenzó hace poco más de cuatro años. Al menos, su nueva vida. 

El Domingo de Ramos de 2010, David sufrió un accidente de moto cuando viajaba a un pueblo cercano. “Era la última vez que tenía pensado coger la moto. De hecho, iba a entregarla”. Una desafortunada maniobra hizo que cayera y chocara contra el quitamiedos. El resultado, doble amputación: trasfemoral en la pierna derecha y desarticulación de la cadera izquierda. “Desde el primer momento tuve muy claro cuál era la situación. Lo que había. Y tomé la firme determinación de seguir adelante. Si las lágrimas me hubiesen servido para recuperar las piernas, habría llorado. Pero, si no, ¿para qué?”. Y así hasta ahora. 

Cuatro años después, David lleva una vida normal. “Distinta, pero normal”. Estudia un módulo de FP en Villacarrillo, vive con su pareja y tiene una preciosa niña, Erika, “que cuando me descuido, me quita la silla para jugar”, sonríe. 

Tras el accidente dejó su trabajo como chapista, aunque ahora, el tiempo que le resta tras la familia y las obligaciones, lo dedica también al mundo de los automóviles, eso sí, desde una perspectiva bien distinta. “Tengo un coche de rally que, poco a poco, estoy adaptando, mientras busco patrocinadores que quieran sumarse a esta aventura. Mi reto, si todo va bien, es poder competir en alguna prueba dentro de un par de años”. De conseguirlo, David sería uno de los pocos pilotos de rally con una discapacidad en España. “La competición es igual para todos. La diferencia es que nuestros vehículos están adaptados para manejarlos sólo con las manos, pero el resto de las características de los coches o las condiciones de las carreras son las mismas para todos”. 

Adaptación

La recuperación tras el accidente no fue fácil. Casi dos meses y medio en el hospital y, después, adaptarse a las tareas cotidianas de la vida desde su nueva situación. En su silla de ruedas, eléctrica o deportiva, David se desenvuelve con facilidad. Ahora también lo hace con unas nuevas prótesis que, cada día, le permiten mantenerse erguido durante unas horas. “La primera vez que volví a ponerme de pie tras el accidente fue para mí un momento único. La sensación que tuve es indescriptible”. Son unas prótesis con encaje de fibra de carbono, hechas a medida. “Para nosotros, levantarnos, aunque sea sólo un rato cada día, es muy positivo”. Así es, y no sólo desde el punto de vista anímico o psicológico, también físico, ya que la bipedestación repercute en el buen funcionamiento de órganos como riñón, pulmones o intestino.

David cuenta su historia con serenidad. La misma con la que afronta la vida. “¿Que qué he aprendido en estos años tras el accidente? Mucho… Lo principal, que la vida hay que tomarla como viene. Que siempre hay que tirar hacia adelante. Todo se puede hacer, a veces sólo hay que cambiar la forma de hacerlo. Y que lo que importa es el momento. ¿Mañana? No… ¡Hoy!”.